Porto Alegre se confirma como una ciudad bonita y tranquila. Alrededor una gran cantidad de verde y la tierra sin límites de los gauchos, preludio de pampa argentina, donde los vaqueros locales viven de cría y de vida dura, tomando mate y librando un duro desafío con la vida.
El anillo está casi cerrado, sólo falta un toque final, una comprobación final y luego a un nuevo mundo… En este rincón de Suiza todo adquiere los contornos de una contradictoria alegoría: los simpáticos norteños que huyeron del hambre siglos pasados, han colonizado un mundo tan diferente a ellos, pero fueron capaces de darle forma a su antojo. A su propia imagen: el orden, la limpieza, el progreso. Todo ello aderezado con un toque de fantasía verde y oro. Até logo Brasil, muito obrigado!