Cuando nuestras amigas alemanas nos despiertan temprano en la mañana, empieza nuestro viaje desde Vilcabamba hacia la frontera entre Ecuador y Perú. El recorrido, pasando por el pueblo de Zumba, sigue una ruta inusual. Después de superar un paso que domina el valle de Vilcabamba, empezamos un largo descenso por la jungla de montaña del Parque Nacional Podocarpus. El autobús para cada rato, a menudo en pueblitos olvidados, pero siempre hay unas cuantas personas esperando nuestra llegada; en poco tiempo estamos sumergidos por una masa de gente, mercancías y animales. Unas seis horas después, llegamos al paradero de Zumba, la primera mitad del viaje. Casi dos horas de camioneta nos separan del confín peruano, pero descubrimos que uno de los puentes por la carretera fue derrumbado, así tenemos que vadear el río: la aventura se hace cada vez mas interesante! Ya es tarde cuando nos ocupamos de la formalidades fronterizas, al lado del puente internacional de La Balsa. Otras 2 horas de colectivo (como información para otros mochileros: 12 soles, negociables a 10) y estamos en San Ignacio, muy cansados pero felices… Dejamos el Ecuador, un pequeño país latinoamericano que nos ha dejado experiencias inolvidables y la esperanza que puede existir un futuro, cuando un pueblo tiene el coraje de luchar por sus proprios derechos. Ahora el Perú, un gigante por belleza y historia, la cuña de la civilización Inca.
Vilcabamba, la juventud eterna
Luego de una breve estancia en Cuenca, tercera ciudad del Ecuador y conocida por su universidad, empezamos de nuevo nuestro viaje, que se hace cada vez mas nómada y errante. Nuestro destino ahora es Vilcabamba, un pequeño pueblo en cerca del confín meridional con Perú. El misterio que rodea ese pueblo de la eterna primavera, es la longevidad de la gente que vive ahí. Efectivamente nos encanta la lucidez de los abuelitos que conocimos por la calle, pero considerado que todo el mundo habla sobre la marca de Vilcabamba, probablemente muchas personas declaran mas años de los reales… Mientras tanto transcurrimos un domingo muy tranquilo de música y malabarismo, en compañía del grupo de artistas de la calle Pacha Feria.