El barco desliza veloz sobre las cristalinas aguas del lago Atitlán, observamos encantados los volcanes que rodean el espejo de agua, quizás esta noche lloverá. Las dulces y fértiles fincas que rodean el lago crecen amablemente el café mas rico del mundo, pero sin afán. San Pedro La Laguna es un pueblito tranquilo, donde los viajeros en busca de descanso, se mezclan con la curiosa y acogedora población local, de etnia Cakchiquel (Kaq’chiquel). Hace pocos años, San Pedro era un lugar aislado, cuyos habitantes se dedicaban a la pesca y a la agricultura, comerciando sus productos en los pueblos cercanos (Panajachel, San Juan, San Marcos La Laguna). La llegada de los primeros extranjeros fue acogido como una oportunidad de compartir conocimientos entre mundos diferentes y desde aquel momento, muchas personas decidieron quedarse por tiempos mas o menos largos. San Pedro emana una atmósfera mágica: un laberinto de estrechos senderos, el silencio de la noche, el cielo estrellado, los pequeños bares y las tardes sin fin con unos buenos amigos.