La lluvia nos pone nuevamente en viaje. Después de una larga negociación con los taxistas en Saidia, encontramos un pasaje a Nador, un puerto muy traficado cerca de Melilla, uno de los dos enclaves españoles en territorio marroquí. A lo largo del recorrido miramos con incredulidad el resultado de la especulación edilicia, que afecta la costa mediterránea, cerca de Saidia: los constructores europeos avanzan en la edificación de cientos de casas adosadas. Cuando por fin termina este mar de hormigones, ante nuestros ojos queda un magnífico Mediterráneo, donde la mancha acantilada de pronto da paso a calas de arena fina y mar turquesa. El camino es corto de Nador a Alhucemas, un acantilado sobre el mar azul, un puesto de avanzada de las montañas del Rif.
Saidia, vistas del Mediterráneo
Saidia, la mas oriental de las playas del Mediterráneo marroquí, a pocos pasos de la frontera argelina. Algunas nubes amenazantes nos dejan preocupados, pero las olas de la playa de arena y la agua esmeralda nos invitan a dar un largo paseo. De pronto llega la noche y toda la multitud de turistas marroquíes desaparece, sólo quedan las gaviotas que nos observan curiosas. Nos sentamos en el bar cercano a la playa para tomar un té de menta y de inmediato conocemos a Mimon, que nos cuenta su vida entre las costas española y marroquí, más allá del mar Mediterráneo, llevando la preciosa kif.