San Cristobal de las Casas

Por unos cuantos días nos hemos quedado en San Cristobal, corazón histórico y turístico del Chiapas. La ciudad es realmente muy acogedora e interesante, quizás demasiado frecuentada. Como siempre resultamos atraídos especialmente por la plaza del mercado y de la artesanía (situada en frente a la iglesia de Santo Domingo). Aquí disfrutamos de la ecléctica creatividad de las mujeres de los pueblos que viven en los alrededores de la ciudad (Altiplano: San Juan Chamula, Amatenango del valle, Simojovel, Zinacantàn, Oventic, Chenalhò…). En el hospedaje donde estuvimos, hemos conocido a unas personas bien majas y pasamos un buen tiempo. Recorriendo todas las estrechas pero coloridas calles de San Cristobal, se pueden descubrir cada día nuevos lugares, bares y comedores; pero nuestros pensamientos últimamente están dirigidos mas hacia Guatemala y el lugar donde cruzar la frontera.

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Desde la selva y comunidades zapatistas

Ultima parte. A las cinco de la mañana se va el micro che nos lleva desde San Quintin hasta Las Margaritas. Una subida que resulta aun mas difícil que el descenso desde Ocosingo. Después de unas horas de viaje por la carretera, llegamos al caracol de La Realidad: nuestro chófer conoce a todos y para por un descanso, aprovechamos de ello para hablar con algunas personas del pueblo, preguntando si podemos quedarnos en la comunidad. Desgraciadamente no somos afortunados, también por la actual situación de «alerta roja», las autoridades non pueden recibirnos, entonces decidimos de seguir adelante. En los días siguientes conocemos a una mujer chiapaneca que trabaja en las comunidades (el voluntariado generalmente resulta bienvenido) y nos confirma que con los extranjeros, la gente reacciona en manera imprevisible: si no eres aceptado desde el principio, el rechazo es casi seguro. Después de diez horas de viaje llegamos a Las Margaritas, un pequeño pueblo donde nos quedamos por la noche: otra vez en un mundo de casas hechas de concreto, carreteras pavimentadas y coches… algo tristemente familiar.

Termina entonces una experiencia inolvidable en el corazón de la vida latinoamericana, estamos hechos polvo pero super entusiasmados. Pensamos a la suerte de conocer en esta manera las comunidades indígenas de la selva. Los trabajos de pavimentación de la carretera que hemos recorrido, llevaran quizás unos cambios en la vida de las personas que viven en estos hermosos lugares, pero seguramente arruinaran para siempre la atmósfera autentica che hemos respirado… cuanto es precario el equilibrio entre progreso y mantenimiento de las tradiciones populares?

Manuel, su familia y la tierra

Parte Cuarta. La noche, en frente al fuego, Manuèl y su esposa nos cuentan la historia de su vida, que al final es la historia de muchísimos campesinos, indígenas y latinoamericanos, antes y después de ellos. Una aventura empezada en el año ’67, cuando el ejido Emiliano Zapata todavía era un proyecto del futuro y la Selva Lacandona se extendía virgen mucho mas allá de los actuales limites. Nos hablan de un entero año de privaciones para ahorrar el dinero del boleto aéreo y la primera inspección en la área del futuro ejido: a pesar de que la selva le daba miedo, Manuel no tenia otra opción y en el año 1968 dejó su pueblo nativo y tomó posesión de su pedazo de tierra, junto con su mujer. Siguieron años de dura lucha contra la jungla, el hambre y las enfermedades: de los 65 fundadores de la comunidad, solo veinte resistieron al primer año. Por unos meses comieron caracoles, después con mucha fuerza y animo consiguieron traer los primeros animales, el maíz y otros cultivos. Después tantos años, Manuel nos enseña orgulloso sus nietos y la pequeña escuela que pudieron construir. Vivimos la sensación que la aldea siga adelante muy bien, como una comunidad donde las personas se ayudan una con la otra, pero permanecen los problemas de siempre. La escuela no garantiza un servicio continuo (los maestros llegan desde Ocosingo y cambian cada rato), el medico atiende una vez a la semana y no puede visitar todos los necesitados (las carreteras en la región no son asfaltadas y resultan muy duras), los medicamentos son utilizados con parsimonia, pero siguen siendo un lujo inalcanzable…

Mientras comemos nuestra porción de sopa de verduras, en silencio pensamos a las ultimas palabras de Manuèl: «Los jóvenes se van del ejido porque no encuentran trabajo y nosotros, uno cada uno, estamos desapareciendo. Pero vamos a resistir hasta el ultimo día en nuestro pedacito de tierra, conquistado a sudor, sangre y lagrimas». Para saludarnos Manuel nos canta el himno del ejido, el y su esposa se emocionan hasta llorar: en esta noche nos enseñaron que en las dificultades se encuentra el camino mas sincero hacia una vida llena de serenidad…

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Ejido Emiliano Zapata y Laguna Miramar

Parte tercera. Adolfo nos despierta muy temprano en la mañana, pero nosotros somos tan lentos que, después de un sencillo desayuno y la búsqueda de las botas, cuando estamos listos, el sol ya brilla alto sobre nuestras cabezas… nos adentramos por un camino de unos diez kilómetros, hacia las orillas de la Laguna Miramar. Pronto entendemos como las intensas lluvias de la noche cambiaron profundamente el sendero, reduciéndolo a una franja de barro. Compartimos un buen tiempo con un hombre del ejido y sus dos hijos, hablando sobre la belleza del lugar, pero sobre todo escuchando fascinados su idioma, el tzotzil (junto al tzeltal, el principal de los idiomas nativos de origen Maya, que todavía se hablan en Chiapas). Al final nuestra aventura llega a ser algo casi épico, fatigando por milpas (campos de maíz) , caballos esqueléticos y jungla, pero los esfuerzos valen la pena: la Laguna Miramar es un espejo de agua cristalina, rodeado por una vegetación exuberante y sin huellas humanas. Trascurrimos unas horas olvidándonos de todo, pero la necesidad de regresar al ejido, nos lleva otra vez a la realidad.

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Comunidad indígena de Chiapas

Parte primera. Durante el tiempo pasado en Ocosingo, fuimos observadores de una vida dura pero intensa. Día después día, las personas se volvieron cada vez mas abiertas con nosotros y la ultima noche conocimos a una familia oriunda de un pueblo por la carretera hacia San Cristobal, todos juntos con el padre que vendía dulces en la plaza. La madre, una mujer muy joven, era tan orgullosa de sus cinco hijos y tenia toda la razón como que eran bonitos, curiosos y amables. Hemos pasado toda la noche jugando con ellos… creemos que el concepto de pobreza no puede ser definido en términos absolutos: felicidad significa sorprenderse y sonreír por las cosas mas sencillas y estos niños nos transmitieron exactamente esta misma sensación. Cada comunidad, cada pueblo debería tener el derecho a satisfacer sus necesidades primarias (comida, agua, salud y paz) siguiendo la ruta indicada por su propia cultura y pasado. ¡La libertad no es para todos!

La historia que sigue es el resultado de nuestra experiencia en la Selva Lacandona, donde estuvimos en estrecho contacto con unas comunidades indígenas de Chiapas: algunos días que todavía nos permitieron acercar una realidad autentica, inolvidable y a veces extremadamente contradictoria.

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Mundo Maya

En la península de Yucatan, cada aspecto de la vida de la comunidad resulta influenciado por la cultura Maya. No obstante la masiva presencia del turismo, o quizá gracias a ella, esta característica se muestra repentinamente muy evidente… y lo será cada vez más, viajando hacia Chiapas y Guatemala. La antigua historia de los Mayas se refleja no sólo en las impresionantes ruinas, artesanía, sabrosa cocina, ropa y danzas tradicionales, sino también en las sonrisas y las miradas de la gente que conocemos por la calle, al mismo tiempo curiosas y tímidas. Una historia llena de orgullo y amor por la libertad. La verdad es que después de 500 años de sumisión, la gente Maya se enfrenta en la ocasión de recuperar su dignidad y sentido de ser portador de una cultura increíblemente refinada. Su energía es demostrada por el hecho de que una parte importante de población (y sobre todo muchos jóvenes) todavía habla la lengua indígena. Esa es la mejor condición para garantizar la continuidad socio-cultural del pueblo Maya, no obstante las discriminaciones y los numerosos tentativos de conformación, que todavía no paran.

A veces nos parece que México es orgulloso de su extraordinaria variedad cultural sobre todo para consolidar su atracción turística, pero también que no está listo para aceptar totalmente la ética de la igualdad.

Retrato Maya mujer con niña traje tradicional Yucatan Quintana Roo México

Tulum, playa caribeña!

Después de visitar el increíble sitio arqueológico de Chichén Itzà (donde vimos la pirámide perfectamente conservada de Kukulkan, que representa el calendario Maya, y el «Gran juego de la pelota»), finalmente alcanzamos la costa del Caribe, en cerca de la aldea de Tulum. Lejos de ser salvaje, este lugar nos demostró su mejor parte con sus playas paradisíacas: arena blanca, palmas de coco y un mar increíblemente turquesa. ¡Todo lo que soñábamos desde un largo tiempo! Aquí hemos conocido muchísima gente, sobretodo pescadores locales y viajeros de largo plazo, y compartimos con ellos unos días encantadores y unas noches muy divertidas.

La experiencia más emocionante ha sido hacer el snorkeling por la barrera coralina: nunca habíamos visto tantos colores y vida marina, tantos peces tropicales…

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Yucatan: del Altiplano al Caribe

Arreglada tan rápidamente nuestra misión consular, recomenzamos nuestro viaje nómada: desde Ciudad de México hacia la península de Yucatan… después de ver el legendario volcán Popocatepetl (5500 metros de altitud y una cima perfectamente cónica) en cerca de Puebla, hemos finalmente bajado de las montañas hasta la selva tropical y pasado a través de las ciudades marítimas de Villahermosa, Ciudad del Carmen y Campeche. La mañana siguiente tocábamos ya las aguas calientes del golfo de México: un sol rojo, las playas de arena blanca y los bosques verdes, recordándonos que finalmente alcanzamos la Tierra de los Mayas… por el momento estamos descansando en la ciudad yucateca de Mérida, deleitando el paladar con la excéntrica comida tradicional, pero el Caribe está demasiado cercano ahora!

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