Ejido Emiliano Zapata y Laguna Miramar

Parte tercera. Adolfo nos despierta muy temprano en la mañana, pero nosotros somos tan lentos que, después de un sencillo desayuno y la búsqueda de las botas, cuando estamos listos, el sol ya brilla alto sobre nuestras cabezas… nos adentramos por un camino de unos diez kilómetros, hacia las orillas de la Laguna Miramar. Pronto entendemos como las intensas lluvias de la noche cambiaron profundamente el sendero, reduciéndolo a una franja de barro. Compartimos un buen tiempo con un hombre del ejido y sus dos hijos, hablando sobre la belleza del lugar, pero sobre todo escuchando fascinados su idioma, el tzotzil (junto al tzeltal, el principal de los idiomas nativos de origen Maya, que todavía se hablan en Chiapas). Al final nuestra aventura llega a ser algo casi épico, fatigando por milpas (campos de maíz) , caballos esqueléticos y jungla, pero los esfuerzos valen la pena: la Laguna Miramar es un espejo de agua cristalina, rodeado por una vegetación exuberante y sin huellas humanas. Trascurrimos unas horas olvidándonos de todo, pero la necesidad de regresar al ejido, nos lleva otra vez a la realidad.

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