Un amanecer en Huaraz

Un amanecer en Huaraz vale el espectáculo de 30 cumbres nevadas ruborizarse, en el rosa transportado por el viento gélido. Un amanecer en Huaraz vale la sonrisa de una señora temblorosa, gritando «¡Tamales!». Un amanecer en Huaraz te asombra hasta hacerte chillar que has conquistado el techo del mundo, o quizás solo la meta de un largo camino. Un amanecer en Huaraz te quita el respiro, para llevarte donde solo los cóndores andinos se atreven. Un amanecer en Huaraz vale 10 meses de viaje nómada y tantas aventuras, es la alegría del tiempo y el entusiasmo de descubrir siempre nuevos horizontes. Ahora el día con sus colores, el mercado campesino y las mujeres bromear, las tímidas sonrisas de los niños, una cabalgata o una larga caminata hacia las lagunas de esmeralda (Llanganuco y Churup)… y tantas pequeñas historias para recordar.

Cordillera Blanca de Huaraz foto panorámica Huascarán Alpamayo Perú

Viaje desde Chachapoyas a Cajamarca

Nos despertamos en la madrugada, nuestra primera semana en Perú acaba con un viaje increíble: hacia el pasado, hacia el cielo, hacia un presente difícil pero autentico. La carretera que une Chachapoyas a Cajamarca es un camino sin asfaltar y polvoriento, que desaparece inexorablemente por el abandono y la natura. Nos unimos a la procesión de centenares de campesinos que, en el día de mercado, se encuentran en el pueblo de Yerbabuena (Río Utcubamba); llegan ahí aprovechando de cualquier medio de transporte disponible (camiones, caballos, toros) o caminando. Llueve y la humedad mezcla los colores y los sabores del mercado, las voces de la gente y el lodo. En esta atmósfera asistimos al milenario intercambio entre los productos del altiplano y los de la selva. Seguimos hasta el sitio arqueológico de Revash, interesante ejemplo de arquitectura Chachapoya. La carretera pasa por verdes valles hasta Leymebamba, donde visitamos el museo «Centro Mallqui», unas 200 momias Chachapoya descubiertas con numerosos hallazgos en cerca de la Laguna de los Condores. Ahora subimos rápidos, la vegetación desaparece y superamos los 4000 metros de altitud. Alcanzamos las nubes y podemos disfrutar de un paisaje maravilloso, a la caída de la tarde.

Asimismo empezamos un rápido descenso, hasta las aguas del Río Marañón, en el pueblo de La Balsa (500 metros s.n.m). Mientras cenamos, la camarera nos advierte que muchos asaltos armados han pasado por la carretera que va a Cendelin: nace una extenuante negociación con nuestro chófer, decidimos de seguir adelante. En la niebla llegamos a nuestro destino (Cendelin), ya es noche. Como nuestros compañeros (Michael y Lukas), estamos hechos polvo. El día siguiente viajamos de Cendelin a Cajamarca, horas y horas en bus. Una aventura inolvidable, un viaje por el Perú mas autentico.

Abuelita Chachapoya, culturas indígenas Cajamarca Altiplano Andes Perú

Parque Nacional Cotopaxi

Por suerte, exactamente en frente al puente que es la puerta de entrada al pueblo de Latacunga, un joven nos anima a subir a su pequeño micro. Es temprano en la mañana, empieza entonces nuestro viaje hacia el cráter nevado y perfectamente cónico del volcán Cotopaxi. La carretera sube inexorablemente: tres mil, cuatro mil, cinco mil metros, el paisaje es de los que te dejan sin aliento. El silencio es dueño de estas tierras ventosas, poblada por los animales que mejor supieron adaptarse al difícil clima andino (alpaca, cóndor, puma, caballos salvajes y otros pequeños). Así soñamos de subir hasta la cumbre del Cotopaxi para dominar un horizonte sin limites, pero escalar el volcán activo mas alto del mundo no es una aventura que se pueda organizar en cinco minutos… algunos caballos, orgullosos de su libertad, nos siguen sospechosos mientras caminamos alrededor de la laguna Limpiopungo. Tres impresionantes cóndores de los Andes acarician la cumbre perdida en las nubes del volcán Rumiñahui, siguiendo un sol caliente y luminoso (de verdad el dios Inti en la cultura incaica) que sin éxito busca un espacio en el manto neblinoso. nómada

Cuando regresamos, hacemos una parada en el pueblo de Saquisili, lugar donde cada jueves hay uno de los mercados indígenas mas colorados del Ecuador.

Nevado del Cotopaxi volcán Parque nacional alpinismo andinismo Andes Ecuador

En la Cordillera de los Cuchumatanes

Casualmente encontramos el colectivo listo para llevarnos desde Coban hasta Uspantan, en el corazón de la Cordillera de los Cuchumatanes, un territorio casi inexplorado y poblado por comunidades indígenas Quiché, un heterogéneo grupo de origen Maya que conserva tradiciones únicas y donde las mujeres se ponen ropa particularmente elegante y colorada. Hábilmente elaborados son los huipiles (blusas o prendas tejidas con telar a mano) de los pueblos Maya Ixil de Nebaj, Chajul y Cotzal, mas hacia el interior en las montañas de la Sierra Madre Guatemalteca. La carretera sigue cuestas a riesgo de hundimientos por un recorrido muy duro, cada rato interrumpido a causa de trabajos de mantenimiento. Ayudamos dos jóvenes que se han resbalado con su camioneta, pero parece ser algo normal en estos lugares. Llegados a Uspantan cambiamos medio de transporte y continuamos el viaje hasta Santa Cruz de Quiché, pasando por el tranquilo pueblo de Sacapulas. Hablamos mucho con las personas que comparten con nosotros breves momentos del recorrido, a menudo jóvenes mujeres con sus hijitos. En Quiché nos dejan al lado de un inexistente y polvoriento terminal de buses, donde subimos a la única camioneta disponible: por primera vez un verdadero bus escolar restaurado y colorado, de los que hacen tan típica y famosa la región centroamericana. En una atmósfera de creciente agitación, cambiamos nuevamente bus a Los Encuentros, un cruce muy traficado. Parece que finalmente estamos en viaje hacia Quetzaltenango, cuando unos kilómetros mas adelante el motor se apaga y no puede aguantar mas. Entonces nos aprestamos a un otro transborde… como siempre la camioneta resulta llena de gente, animales y maletas u otros equipajes, pero el chófer se lanza en una loca carrera contra el tiempo y seguimos veloces hacia nuestra meta, incluso si los sólitos trabajos nos obligan a una parada de horas. Ya oscurece y estamos viajando desde doce horas, pero Xela (Quetzaltenango) queda cercana y con los últimos dos cambios de colectivo llegamos finalmente en el centro de la ciudad. Hechos polvo cenamos y nos dormimos.

Termina así una experiencia que parece un excelente preludio a lo que nos espera aquí en América Central: la emoción en su forma mas pura!

Autobuses escolares Guatemaltecos guaguas llenas de personas y animales dibujos fotos y imágenes Guatemala Centroamérica

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