La lluvia nos pone nuevamente en viaje. Después de una larga negociación con los taxistas en Saidia, encontramos un pasaje a Nador, un puerto muy traficado cerca de Melilla, uno de los dos enclaves españoles en territorio marroquí. A lo largo del recorrido miramos con incredulidad el resultado de la especulación edilicia, que afecta la costa mediterránea, cerca de Saidia: los constructores europeos avanzan en la edificación de cientos de casas adosadas. Cuando por fin termina este mar de hormigones, ante nuestros ojos queda un magnífico Mediterráneo, donde la mancha acantilada de pronto da paso a calas de arena fina y mar turquesa. El camino es corto de Nador a Alhucemas, un acantilado sobre el mar azul, un puesto de avanzada de las montañas del Rif.