Viaje hacia la Selva Lacandona

Parte segunda. Es temprano en la mañana, pero la emoción nos tiene despiertos: cargamos todos nuestros sueños en la camioneta que nos va a traer hasta San Quintín, listos para compartirlos con las personas que viajaran juntos a nosotros hacia la Selva Lacandona. Dejado Ocosingo, el recorrido sigue suavemente los valles cubiertos de pinos y campos de maíz… bajamos lentamente, el aire parece cada rato mas pesado y la selva mas verde. La carretera no pavimentada y llena de barro nos lleva por pequeños pueblitos, donde desde las cabañas de madera salen las miradas asombradas pero curiosas de los niños. Después del caracol zapatista de Francisco Gomez, el bosque de pinos deja espacio a la jungla y empieza a llover. Casi es noche cuando finalmente llegamos a San Quintín, donde la carretera termina: percibimos la sensación de encontrar una comunidad bastante desordenada y caótica. Decidimos entonces de caminar hasta el ejido Emiliano Zapata, donde nos da la bienvenida el «Secretario de Turismo», Adolfo. Nos aloja en una maravillosa cabaña en cerca del río, rodeada por la selva y los aullidos de sus animales. Es noche cuando cenamos juntos con otros tres amigos en la casa del señor Manuèl, su mujer nos prepara un riquísimo pollo «en mole», cocido a leña. Estamos super cansados y en la oscuridad de la selva caímos dormidos sin ofrecer la mínima resistencia.

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