Todo lo que hicimos y vimos en casi dos meses de viaje nómada, ha sido borrado en un solo día: es imposible entender el enorme cambio que estamos experimentando, sin estar aquí… y acabamos de cruzar un pequeño puente sobre un río sin agua. Ésta es la frontera entre Estados Unidos y México, entre el norte y el sur, entre el orden y el desorden natural, entre una cabeza que siempre desea mandar y un cuerpo que apenas intenta a parar de obedecer. Nos encontramos en un mundo repentinamente coloreado, vivaz, frenético. Calles llenas de comida (frutas, verduras, carnes, especias, burritos, tortillas de maíz, guacamole y que mas) y mercancías, música por todas partes, autobuses de hace 50 años, pero sobre todo gente, mucha gente. Hombres jóvenes, ancianos y niños, gente que viene y gente que escapa. Un poco de tristeza… ¡Por fin, estamos en América latina!