Marrakech, encrucijada de África

La primera sensación que vivimos es la presencia de la luz, una luz difusa y un espesa, una luz que inunda y convierte, una luz que anima nuestro cuerpo violentamente. Cuando esta flor de comerciantes y rostros sonrientes florece desde el desierto ocre, nos damos cuenta que hemos llegado a Marrakech. Marruecos parece un espejismo: una curiosa mirada de niños a un mundo que nos faltaba mucho, con sus fuertes olores y sus maravillosos sabores… Buceamos en un carrusel de colores tan vivos que perdemos nuestra dirección: especias, Babouche, alfombras y lámparas, todo tipo de mercancías hacinado en las interminables callejuelas de este puerto de almas. Maghrebinos y Bereberes nómadas, Touareg y Islámicos, reunidos por las negociaciones en el zócalo. Sentimos la pulsante alegría del mercado, y nos atrae la capacidad de regeneración de su corazón, la plaza Djemaa El Fna, la encrucijada de África. Aquí nos encontramos con cientos de culturas, nos reunimos con miles de años de historia. En Djemaa El Fna, las rutas de millones de personas se superponen. Las mismas personas que aquí están sólo de paso, hacia la próxima vida o el siguiente viaje.

Sugerencia de viaje: Hotel Minaret (125DH), pregunte a la llegada en plaza Djemaa El Fna, se alcanza caminando en dirección opuesta al suq.

Djemaa El Fna, Marrakech

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