Adiós vereda, hasta luego amigos… con mucha nostalgia el viaje sigue adelante, después de una larga pausa rica de momentos inolvidables. Desde Villa de Leyva, el micro sube veloz hasta los casi 3000 metros del pueblo de Tunja, desde donde seguimos sin parar hacia el norte. Horas y horas de subidas y bajadas, superando neblinosos pendientes cubiertos de jungla, nos llevan a San Gil y al final a Bucaramanga, etapa intermedia de nuestro recorrido, ciudad moderna pero con un clima muy agradable. Un largo viaje nocturno nos lleva hasta Santa Marta, en la costa del caribe colombiano: la simpatía de las personas y su imperturbable tranquilidad indican claramente que estamos hablando de un nuevo mundo, todo para descubrir. Como primer impacto, encontramos el mismo clima seco al cual hemos sobrevivido por mas de un mes, pero escondido detrás de las colinas de cactus, queda el Parque Nacional Tayrona, perla caribeña de playas blancas, jungla salvaje y mar turquesa.