No era nada especial, pero Hermosillo se ha convertido en el lugar en donde hemos pasado el tiempo más largo, hasta ahora. Absolutamente una prisión donde alternar momentos felices, tristes y aburridos, en una mezcla típica latinoamericana. Conocimos a mucha gente del lugar, nada de turistas y pudimos entrar mas en nuestra nueva vida mexicana… tanto que ahora estamos definitivamente listos para hacer los nómadas, una vez más. Sonreiremos pensando de los 50 grados de los primeros días y de las inundaciones finales. Mientras tanto, la super salada carne asada, los jugos y batidos de nuestros amigos (restaurante «La Resaca», preguntar a la gente local acerca de ello) y la información totalmente no fiable que recibimos por la gente en las calles. Decimos adiós a los cactos, necesitamos bosques verdes para respirar otra vez.