Hacia Ecuador, adios Colombia

Profundos cañones escavan heridas incurables en la dorsal andina y señalan la frontera entre Colombia y Ecuador: llegamos a Ipiales siguiendo la carretera Panamericana de Popayan hacia Pasto. Saludamos entonces la Colombia, un país grande y maravillosamente salvaje, triste y loco, feliz y ladrón… la Colombia, un corazón latinoamericano que quizás exporta un poco de miedo y que, desgraciadamente, mas de cualquier otro estado andino, casi supo destruir su mas precioso tesoro, la sabiduría de los pueblos indígenas, asfixiando sus culturas en una lógica de inútil oposición. La Colombia que condensa toda su seductora fascinación en la novela Cien Años de Soledad, nacida del genio colombiano, Gabriél García Marquéz.

«Bienvenidos al Ecuador», nos advierte el enorme cartel: otro desafío y muchos proyectos para realizar, el sueño cada vez mas cercano de descubrir la Amazonia. Tantos meses viajando y llegamos a la mitad del mundo: un pie al norte y uno al sur, o viceversa, divididos por la linea del ecuador.

Páramo significa ecosistema andino de altura

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